El desmonte de las redes institucionales que gestionaba el Estado, la virulencia que están tomando las relaciones entre el gobierno central y las provincias, la creciente dimensión territorial que asume la disputa político – económica en el orden post convertibilidad y el ajuste que el FMI exige en las provincias como condición central para apoyar al gobierno de Duhalde, parecen anticipar tensiones hacia la fragmentación territorial.

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