En contra de lo que se repite en los medios y en charlas de oficina, el tema del empleo en la Administración Pública no es un problema cuya médula sea fiscal. A diferencia de lo que pasa en el Congreso Nacional y la Justicia Federal el impacto del gasto en personal es bastante reducido: dar de baja al 10% de la planta no significaría un ahorro superior al 1% del presupuesto. ¿Cómo se relaciona el aparato burocrático con las políticas públicas?¿Cuál será el futuro de los empleados estatales? Análisis del posible choque de culturas organizacionales, las herramientas de tercerización y el modelo gerencial que parecen proponer funcionarios venidos del mundo empresarial.

Luego de unos comicios que dividieron al electorado en dos mitades casi idénticas, desde el 10 de diciembre tendremos un nuevo titular del Poder Ejecutivo Nacional y, un nuevo plantel político encargado de llevar adelante la gestión de la Administración Pública Nacional (APN)[1]. Todo parece indicar que este recambio implicará una importante transformación en el sentido y orientación de las políticas públicas que lleva adelante la APN, pero la complejidad de la coyuntura (política, social, fiscal, internacional) más la propia inercia del sector público, ponen un signo de interrogación sobre las capacidades del nuevo gobierno para cumplir sus objetivos. Con toda la prudencia que recomienda el alto grado de incertidumbre que venimos comentando, ¿cuáles son los probables focos de tensión que enfrentará la nueva gestión en sus primeros pasos? Los focos de tensión La madre de todas las batallas tendrá epicentro en el plano financiero fiscal. La estrategia electoral dirigida a seducir a diferentes sectores sociales tiene sus costos tanto en la columna de los ingresos (ganancias, retenciones y en general, la promesa de reducir la presión tributaria) como en la del gasto (82% móvil a los jubilados, tratamiento especial a la Provincia de Buenos Aires, nueva ley de coparticipación, mejora de los servicios públicos, infraestructura vial, entre otros).

Se parte de una situación de debilidad de las cuentas públicas, que alcanza ribetes críticos en algunas provincias, las cuales acudirán a la nación para superar sus problemas. Todos los caminos parecen conducir a un nuevo ciclo de endeudamiento, pero aún esta estrategia tiene sus limitaciones, entre otras cosas, porque tanto el escenario financiero internacional como la ubicación argentina en el mismo, son inciertos.

Es un tema ampliamente tratado en medios de comunicación, análisis y papers de expertos. Queremos fijar nuestra posición al respecto: si bien, hay una cierta debilidad financiera, no lo es tanto como para justificar un gran ajuste. No obstante, con este escenario, está limitada la libertad de acción para desplegar algunas de las medidas macro mencionadas, propuestas durante la campaña.

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