En la actualidad argentina y latinoamericana, se debate arduamente acerca de cuál es el lugar que debe ocupar el Estado. Dentro de la pluralidad de propuestas e ideas, existe al menos un acuerdo con relación a su rol en la última década: es un actor clave, cuya actuación en los gobiernos nacional- populares de América Latina marca la diferencia con aquellas fuerzas políticas que promueven una restauración liberal /conservadora.

Las principales diferencias tienen un origen conceptual, que hace eje en el rol del Estado y la Administración Pública como actor político y gestor de programas transformadores de la realidad, por oposición a la idea del sector público únicamente como mandatario de instituciones, árbitro u oferente de bienes públicos.

Estas diferencias quedan claras a poco de analizar la década ganada, cuando desde el liderazgo político -y apalancándose en la participación popular- se utilizó al Estado como herramienta clave para la redistribución del ingreso, el empoderamiento de la política frente a las corporaciones, la regulación virtuosa de los procesos económicos, el fortalecimiento de los movimientos sociales.

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