La movilización popular que derrotó un sistema político que había condicionado durante casi cincuenta años la vida provincial, seguida por la exitosa transición de la Intervención Federal, abre la oportunidad de reinventar el Estado y la organización social de Santiago del Estero.

Pero la coyuntura favorable al cambio no debe hacernos perder de vista las dificultades que deben enfrentarse. En este aspecto, el primer condicionante estructural está dado por la fragilidad y heterogeneidad de la sociedad santiagueña, una de las provincias que cuenta con mayor proporción de población pobre del país.

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