Puede decirse que existen dos perspectivas con respecto a la participación en la vida democrática en general y en las políticas públicas en particular. En una perspectiva, la participación es un hecho excepcional que se reduce al voto cada dos años y al seguimiento del cumplimiento de la ley; en la otra -que se liga con la frase histórica que sostiene que “el pueblo quiere saber de qué se trata”- se postula una participación continua y activa en las cuestiones que lo afectan.

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